En mayo del 2005, el presidente Néstor Kirchner recibió una carta de Lililana Bacalja, hija de José Mariano Bacalja, víctima del bombardeo, con motivo de un nuevo aniversario de los hechos ocurridos el 16 de junio de 1955:  «Yo soy la menor, Liliana, el 6 de marzo pasado cumplí 51 años y este año es más relevante para mí. Son 50 años sin mi padre y desde el 55 a la fecha ningún gobernante sentado en el sillón de Rivadavia rescató lo trágico de esa Plaza y lo integró a la historia”,

Tras recibir esta carta, Kirchner se puso en contacto con la mujer y la invitó para que leyera la carta durante el acto que iba a realizarse el 16 de junio de 2005 en el Salón Blanco. El acto de esa noche contó con la presencia de todo el gabinete, encabezado por Néstor Kirchner y Cristina Fernández.

Desde ese lugar, se proyectó un video en el que se vieron imágenes, en blanco y negro, de la Plaza de Mayo atacada por los aviones de la Marina, las víctimas de ese ataque, los destrozos provocados y la posterior concentración de militantes y ciudadanos.

Hicieron uso de la palabra Estela de Carlotto, Eduardo Luis Duhalde y el presidente. Liliana Bacalja leyó la carta completa.

Eduardo Duhalde, en su discurso, destacó que gracias a Picasso se conoció lo sucedido en Guernica, estos hechos fueron muchos más brutales y tienen que tener representación también en lo artístico. El presidente manifestó: «sentí dolor y vergüenza, porque no es un presidente de una ideología, de un partido determinado, quien tendría que haber colocado en el lugar de la historia que merece el 16 de junio de 1955, porque es una piedra angular y un dolor muy grande de todos los argentinos. Cualquier presidente constitucional de todos los argentinos tenía la obligación política y moral de colocarlo en el lugar de la historia, de la memoria, de la justicia que correspondía”. «El 16 de junio de 1955 no murieron solamente ciudadanos de un partido determinado, murieron argentinos, chicos que iban en colectivo, hombres y mujeres que por ahí salían a buscar trabajo, a encontrarse con sus familiares, que salían de almorzar; murieron argentinos que por allí estaban de acuerdo con los que tiraban las bombas. Pero la incomprensión, la intolerancia y la irracionalidad de quienes las tiraban ni siquiera ese tipo de cosas alcanzaban a medir, era tal la acción de odio que no importaba».

Desde entonces, el presidente Néstor Kirchner, junto al Secretario de Derechos Humanos Eduardo Luis Duhalde impulsaron la iniciativa de hacer un monumento en memoria a este trágico acontecimiento. El monumento fue emplazado el 16 de junio de 2008, con la presencia de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, en la parte posterior de la Casa de Gobierno al lado de la entrada al Museo del Bicentenario. Fue pensado y creado por la artista Nora Patrich, consiste en un tótem -formado por seis troncos- que sale de la tierra y va hacia arriba, hacia el cielo, de donde vinieron los aviones y las bombas. Son seis grandes troncos cortados “como las vidas truncadas por los aparatos de la Aviación Naval y la Fuerza Aérea amotinados”. 

Gonzalo Chávez, en su libro La masacre de Plaza de Mayo, rescata la identidad de las víctimas para que queden grabadas en nuestra memoria y para que de generación en generación sea la memoria la que nos indique que ningún crimen debe quedar impune. Como dice Jorge Giles: al fin y al cabo, la Patria es memoria que anda.

Compartimos también el texto del compañero de la Comisión de Derechos Humanos Jorge Elbaum:

Un terror invisibilizado 

/ 16 de junio de 1955 / 

Por Jorge Norberto Elbaum

Llueve fuego en ruido de horror fragmentada.

Las alas de unos pájaros metálicas emanan azufre de odio 

¿Escuchás los motores atildados con cruces listas para despedazar vidas?

Fueron aciagos sepelios de negrura

309 vidas despedazadas 

700 heridxs.

Hay un nombre pequeño escrito en las baldosas amargas de un sueño 

amas caídas de un sueño amputado: 

aferrado a una  lápida de atrocidad olvidada:  

Se llama Rubén Alberto Bevilacqua

Tenía 3 años en la identidad de sus ojitos.

¿Quiénes fueron capaces de hacer eso?

¿y quiénes intentan que esta historia no se conozca? 

¿Fueron juzgados sus verdugos alados? 

¿Su  odio engominado de charreteras jugó sus cartas de bilis en la justificación sanguinarias?

Dos años antes

el 15 de abril de 1953

sus ancestros, los comandos civiles, 

destrozaron seis cuerpos 

en el subte de Plaza de Mayo. 

Prólogo de huesos en la herida en un país que late su íntimo daño:

Santa Festigiata D’ Amico / 

Mario Pérez / 

León David Roumeaux / 

Osvaldo Mouché / 

Salvador Manes / 

José Ignacio Couta./ 

¿Están grabados sus nombres en la Pirámide de Mayo,  junto a los otrxs 309? 

¿Tienen su lugar junto a nuestrxs 30 mil?

¿Fueron juzgados o condenados sus asesinos?

¿Se estudia algo de esas existencias clausuradas en las escuelas sarmientinas del aborrecimiento a la tierra? 

¿Cuál es la casilla de correo de quienes barren la memoria debajo de la alfombra? 

¿El odio de clase juega su legitimidad en el crimen impune?

¿Por qué insistís en que silencie  verdades barridas debajo de la alfombra, cual si fuesen dos gargantas acuchilladas? 

A quienes quieran profundizar en el tema y conocer los nombres de lxs 309 asesinadxs les copio el link donde pueden bajar en PDF la investigación sobre la masacre. No lxs asesinemos, otra vez, mediante el olvido: https://bit.ly/35n38y2

En «Serendipias del Horror», excelente artículo de Jorge Luis Vallazza, hay una respuesta a tanta bruma: el matutino Clarín se encargó de hacer desaparecer los ejemplares del día posterior a la masacre para que los 309 muertos quedaran en el peor de los olvidos. No es grieta. Es un hondo abismo moral y político que nos atraviesa desde la historia hasta las vísceras. Ver https://bit.ly/3ztZAI1