El miércoles 21 de agosto, en la sede del Instituto Patria, el presidente Oscar Parrilli, junto a Carlos Zannini y Ofelia «Pipa» Cédola, integrantes de las comisiones de Integración Regional y Asuntos Internacionales, Género y Trabajo, y autoridades de la Federación de Docentes Universitarios (FEDUN), recibieron a Cori Bush y Roza Calderón. Ambas forman parte de la línea progresista del Partido Demócrata de EEUU que tiene como una de sus referentes a Alexandria Ocasio-Cortez.

Bush y Calderón son activistas por la reivindicación de los derechos de los/as trabajadores/as y las mujeres, contra la discriminación racial y de las minorías, por la salud (Medicare), por la educación pública de calidad en todos sus niveles, entre otras causas que parecen estar deliberadamente fuera de la agenda del actual gobierno norteamericano.  

Durante el encuentro, las jóvenes dirigentes describieron la crisis de representación de su fuerza política, la que expresa valores en campaña que luego traiciona durante el ejercicio de poder. En este escenario, ellas constituyen una línea interna que busca recuperar la naturaleza transformadora e igualitaria que ha caracterizado al partido Demócrata desde su origen.

Durante la reunión, se repasaron las características del sistema electoral de EEUU y la necesidad de que la democracia estadounidense dé respuesta a las necesidades del pueblo norteamericano. Se señaló especialmente la necesidad de cumplir las promesas de campaña,  restituir la confianza de los electores y ampliar la participación efectiva en las elecciones.

Las líderes demócratas señalaron la dificultad para la participación de las comunidades de color, sobre todo de los jóvenes y varones adultos, quienes se abstienen de acudir a las elecciones por temor a la policía, imprevisible y violenta, siendo las mujeres negras las que aportan el mayor número de votantes.

El debate permanente sobre el voto voluntario -informaron- reedita cada año la presentación de leyes para convertirlo en obligatorio. El fracaso de estas iniciativas parece confirmar que se le teme a las mayorías, y resulta evidente que la democracia norteamericana debe enfrentar este debate.

Se coincidió  en que el oneroso sistema electoral norteamericano obliga a los candidatos a aceptar donaciones de empresas que más tarde condicionan el ejercicio parlamentario solicitando leyes a medida de las empresas. Ambas líderes describieron sus propias campañas, en las que desafiaron a la dirigencia del propio Partido Demócrata negándose a recibir aportes empresariales. Ambas prefirieron recaudar mínimas donaciones ciudadanas.

La «moneycracia», como la definió el candidato a senador por Neuquén Oscar Parrilli, fue reafirmada por las activistas, quienes insistieron en que el sistema democrático vigente no da cuenta de la crisis social del pueblo estadounidense  -poco conocida y poco referida- y menos aún resolver la pobreza en la que amplios sectores que están sumergidos y que viene aumentando tras la llegada de Trump al poder. Al respecto, se compartieron datos significativos acerca de la población carcelaria, su origen popular y étnico y el modo en que desde hace décadas la persecución penal a determinadas poblaciones funciona como control social y político.

Parrilli y Zannini enfatizaron la importancia de estrechar vínculos entre nuestros países y sus dirigentes afines, para que la relación pueblo a pueblo permita el conocimiento mutuo y la búsqueda de soluciones solidarias a necesidades cada vez más acuciantes en un mundo donde impera el poder financiero y esquemas de dominación.